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Piensa bien antes de regañar a un niño. 10 claves construcctivas

A medida que avanzamos en edad, particularmente al adentrarnos en la paternidad, es común desvincularnos de las emociones y percepciones de nuestra infancia. Esta brecha generacional a menudo nos empuja a interactuar con los más jóvenes desde un prisma exclusivamente adulto, ignorando que su comprensión del mundo es aún incipiente, especialmente cuando no dominan el lenguaje hablado o escrito.

Es vital, entonces, fomentar y ejercitar la empatía cuando nos relacionamos con niños. Este esfuerzo por recordar nuestras propias experiencias y sentimientos infantiles no solo enriquece la conexión con ellos sino que nos ayuda a abordar sus necesidades con mayor sensibilidad.

Con el paso del tiempo, la acumulación de responsabilidades y la búsqueda de eficiencia nos vuelven seres más racionales, quizás más distantes de la espontaneidad y la emoción pura característica de la niñez. Este proceso de maduración, aunque inevitable, no debería eclipsar la esencia de lo que significa ser niño: una época definida por la felicidad descomplicada, la imaginación y la capacidad de maravillarse con lo simple.

Establecer límites durante la infancia es una parte crucial de la educación, pero el desafío reside en cómo se definen y aplican esos límites. La autoridad parental, indispensable en la orientación moral y ética, puede convertirse en un obstáculo para la expresión libre y el desarrollo si se impone de manera excesivamente rigurosa.

La tarea de los padres no es solo distinguir entre lo correcto y lo erróneo, sino también ponderar la necesidad y justicia de cada restricción. Por ejemplo, enseñar a un niño a esperar el verde para cruzar la calle es una norma basada en la seguridad, mientras que reprimirlo por ensuciarse jugando en el parque refleja más nuestras propias inquietudes adultas que una necesidad real de su parte.

Para facilitar la comprensión de estas dinámicas, se han diseñado materiales educativos que resaltan las contradicciones y reprimendas injustas comunes en el trato adulto-niño. El objetivo es recordar que el acto de regañar debe estar motivado por el bienestar y seguridad del niño, más que por una incomprensión de sus etapas de desarrollo o por expectativas sociales prematuras.

Guiar a los niños a través de las convenciones sociales con paciencia y el ejemplo adecuado es suficiente para que, con el tiempo, internalicen comportamientos adecuados sin necesidad de reprimir su naturaleza espontánea. Los niños disfrutan profundamente de las salidas y actividades en familia; entender y respetar su manera de experimentar alegría y nerviosismo en estos contextos es crucial. Limitar estas expresiones naturales de forma abrupta, especialmente en público, no solo es contraproducente sino que también puede dejarlos con sentimientos de tristeza e incomprensión.

«10 claves para una corrección constructiva y eficaz:

  1. Enfoque educativo: El objetivo principal debe ser educar, no atemorizar ni humillar al niño. Por tanto, es importante hablar sin descalificar o avergonzar.
  2. Control del tono de voz: Evita alzar la voz o gritar, aunque el tono debe ser enérgico y transmitir autoridad.
  3. Privacidad: Realiza la corrección en privado, nunca en público y menos delante de los amigos del niño.
  4. Ofrecer alternativas: Proporciona al niño las alternativas posibles a la conducta que se está reprendiendo.
  5. Lenguaje adaptado: Recuerda que la corrección debe ser correctiva y fomentar la reflexión, por lo que es importante utilizar un lenguaje adecuado a su nivel de edad.
  6. Evitar sermones largos: La corrección no debe convertirse en un discurso extenso.
  7. Objetividad: La corrección debe ser objetiva y no estar influenciada por estados de ánimo negativos. Es importante reprender la conducta que se desea corregir, sin descargar en los hijos nuestro malhumor o cansancio acumulado.
  8. Uso puntual: La corrección debe utilizarse de forma puntual, nunca como el único método educativo, ya que perdería su efectividad y el niño se acostumbraría a ser reprendido.
  9. Reforzamiento positivo: Recuerda que siempre es mejor fortalecer las conductas adecuadas que castigar las inadecuadas.
  10. Modelos y ejemplos en casa: Si deseamos que nuestros hijos se comporten adecuadamente, debemos ofrecerles buenos modelos y ejemplos en el hogar. No podemos exigirles que reaccionen de forma tranquila ante las adversidades si nosotros perdemos el control cada vez que hacen algo que no nos gusta.»

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Acerca de orientacionandujar

Orientación Andújar no es solo un blog, es la apuesta personal de dos profesores Ginés y Maribel, que además de ser pareja, son los encargados de los contenidos que encontramos dentro del blog y en el cual, vuelcan la mayor parte del tiempo, que sus tareas como docentes, y voluntarios en sus meses de verano les permite.

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