Autismo

EL MANEJO DE LOS PROBLEMAS DE COMPORTAMIENTO EN PERSONAS CON AUTISMO

Compartimos con vosotros este interesantísmo trabajo de Javier Tamarit Cuadrado. Psicólogo. Director del Centro CEPRI. sobre los problemas de conducta de personas con autismo.

INTRODUCCIÓN

Alvaro se introduce papeles en la boca, papeles sucios que coge del suelo, y también come tierra, de vez en cuando, en el parque. El niño de nuestro ejemplo, Alvaro, que realiza esta conducta de ingesta de sustancias no comestibles -conducta de pica o malacia-, ejemplo típico de conducta autolesiva, no es un niño con autismo ni con otros trastornos graves del desarrollo. Alvaro es un niño normal, de un año de edad, alegre y juguetón.

¿Qué significa esto? Lo que me gustaría plantear desde el principio en este trabajo es si es verdad que hay una absoluta y clara relación entre el hecho de padecer una alteración grave en el desarrollo, como es el caso del autismo u otros trastornos profundos (generalizados), y el hecho de tener problemas graves de conducta.

Es inadecuado establecer una relación causal directa entre autismo y presencia de graves trastornos conductuales. Evidentemente también parto de la base de que quizá las personas con autismo u otros trastornos generalizados del desarrollo son más vulnerables, más propensas a manifestar entre sus comportamientos conductas autolesivas y/o conductas estereotipadas que tanto nos llaman la atención.

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Dejar en suspenso ese supuesto vínculo entre autismo y problemas graves de conducta nos lleva a considerar que dichas conductas no son fruto necesario de un síndrome sino que, además de la vulnerabilidad mayor o menor que ese síndrome conlleve, están estrechamente relacionadas con el entorno en el que se producen. Y este es el motivo de que los llamados problemas de conducta pasen a ser considerados como comportamientos/conductas desafiantes («challenging behaviors»).

La presencia de esas conductas reta al contexto, al entorno, a diseñar soluciones, a proponer alternativas y modificaciones en ese mismo entorno, y no solo, no tanto, a proponer acciones dirigidas a la persona que las realiza. No es tanto la modificación de la persona como la modificación del entorno lo que plantea este concepto de conductas desafiantes. Creo que esto no debe ser solo un cambio en el concepto. En mi opinión implica necesariamente un cambio de actitud. Implica, por ejemplo, no ver a las personas que realizan dichas conductas como personas «culpables» sino como personas que requieren procesos de ajuste al contexto en el que viven, y, recíprocamente, personas que necesitan que ese contexto se ajuste a sus condiciones individuales y, por tanto, únicas. Este planteamiento lleva consigo el que no necesariamente una conducta ha de ser considerada objeto de intervención por el hecho de ser una autolesión, o una estereotipia. La intervención se decidirá, por tanto, no solo por criterios basados en las formas que revisten las conductas sino, principalmente, por criterios basados en las funciones que cumplen dichas conductas en el contexto socio-cultural en el que se desenvuelve la persona que las realiza. Esto implica la realización de análisis funcionales contextualizados.

 

Autor: Javier Tamarit Cuadrado. Psicólogo. Director del Centro CEPRI. Presidente de la Asociación Española de Tetapeutas de Autismo (AETAPI). Madrid

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