Cuando se infiere, el lector hace uso de estrategias cognitivas y metacognitivas para construir proposiciones nuevas a partir de unas ya dadas; esas construcciones son fundamentales para dotar de sentidos tanto locales como globales al texto: gracias a las inferencias, el lector reorganiza la información leída dentro de una representación estructurada que, de una manera ideal,
Consigue integrarse dentro de una estructura global (León, 2003:206). Ya
que ningún texto puede ser enteramente explícito sino que existen vacíos
informacionales en su interior, el lector debe completar esos vacíos con su
mundo de referencias, construyendo de esta manera la coherencia textual que le permite leerlo como un todo (sistema) y no como la suma de unas partes.
“la inferencia es un modelo poderoso por el cual las personas
complementan la información disponible utilizando el conocimiento
conceptual y lingüístico y los esquemas que poseen. Los lectores utilizan
estrategias de inferencia para inferir lo que no está explicito en el texto.
Pero también infieren cosas que se harán explícitas más adelante; la
inferencia es utilizada para inferir sobre el antecedente de un pronombre,
sobre la relación entre caracteres, sobre las preferencias del autor, entre
otras cosas”.