En el desarrollo de competencias emocionales, la primera habilidad que
debe trabajarse es reconocer lo que se siente y nombrarlo. Una manera de
identificar las emociones es mediante las reacciones del cuerpo. Por ejemplo, cuando sentimos alegría lo manifestamos mediante la risa, la mirada se vuelve radiante y los gestos son armoniosos, de tal modo que otra persona puede leer nuestro lenguaje corporal y así saber cómo acercarse a nosotros de forma empática.
Todas las personas experimentamos diferentes emociones. Sin embargo, algunas son expresivas y las comunican abiertamente, mientras que otras apenas las manifiestan. Esto no quiere decir que haya una manera correcta o incorrecta de expresar las emociones, pero es importante que las alumnas y los alumnos aprendan a expresarlas de manera asertiva, es decir, con la persona adecuada, en el momento y el lugar oportunos y sin dañar a los demás o a sí mismos.
Una emoción siempre genera una reacción corporal y generalmente conductual, de tal forma que, si aspiramos a que los alumnos tengan comportamientos más adaptativos a su entorno, que les generen respuestas más efectivas en la relación con los demás, debemos apoyarlos para que sean conscientes sobre la manera en que responden ante sus emociones.
Por lo anterior, si los alumnos pueden identificar sus propias emociones, podrán reconocer y respetar las emociones de los demás con más facilidad y, por lo tanto, mejorar sus relaciones interpersonales y su autoestima.