Durante la etapa preescolar —incluso, mucho antes, desde que el niño es un bebé— resulta esencial estimular sus habilidades motoras. ¿Por qué? Una buena psicomotricidad es la base para su maduración cognitiva, emocional y social. Las técnicas de psicomotricidad enseñan al alumno a interactuar con el entorno, a controlar su conducta y mejorar sus competencias comunicativas. No es de extrañar entonces que uno de los objetivos curriculares clave en Educación Infantil sea el trabajo continuado de la psicomotricidad con los alumnos.
Motricidad fina y gruesa Construyo con plastilina y escribo