El regreso a las aulas está a la vuelta de la esquina, y es ahora cuando más docentes son llamados a ocupar sus plazas, ya sea en colegios públicos o privados. Pero, ser profesor es mucho más que dar clases, mucho más que cumplir con un temario o estimular el aprendizaje, en los mejores casos. Ser docente implica una gran responsabilidad, pues, no solo se está a cargo de la formación académica de otras personas, sino también de su autoestima.
Por otro lado, casi al mismo tiempo que comienza el curso escolar, también comienzan las clases particulares, y en este sentido ser profesor particular está cada vez más demandado. Teniendo en cuenta que muchas de las aulas están masificadas y que los alumnos no reciben la atención que merecen por falta de medios y tiempo, contar con apoyo escolar se hace casi imprescindible hoy en día.
Qué características tienen los mejores docentes
Las personas que se dedican a la docencia, bien dando clases particulares, o siendo profesores o profesoras en colegios e institutos, son, además de educadores académicos, personas con la capacidad de moldear e influir poderosamente al alumnado. En este sentido, y para influir de manera positiva, las características que se han de poseer son: eficiencia, entusiasmo, optimismo, paciencia, sensibilidad, organización, inteligencia y capacidad de comunicación.
Ser profesor implica una labor de educación social, que si bien, tiene que partir del núcleo familiar, en clase es donde se aprenden más habilidades cognitivas, pues es donde más tiempo se está. Así, el aula se convierte en un lugar idóneo para fomentar la seguridad, la confianza, la tolerancia, la creatividad y la autoestima de niños y adolescentes. Los profesores tienen una doble labor, pues son educadores de conocimiento, pero también de valores humanos.
Los buenos docentes, ya sea que den clases particulares o asignaturas en colegios públicos, tienen la increíble posibilidad de fomentar entre su alumnado el sentido de identidad y autoconcepto, así como el sentido de pertenencia y propósito, el sentido del logro y sobre todo, crear un ambiente propicio para el desarrollo académico y personal de cada individuo que forma parte del aula.
Por supuesto, al ser profesor se ha de estar en posesión de un gran conocimiento para poder trasmitirlo. Para ello, los docentes se ayudan de diversidad de materiales y terminología con la que estimular el diálogo y la curiosidad de sus alumnos. Esto último es fundamental si lo que se pretende es que los estudiantes se interesen por aprender y encuentren en ello una motivación que los impulse.
Por otro lado, en una sociedad cada vez más digitalizada, los profesores no solo han de estar al día en el uso de la tecnología, sino también en los peligros que esta conlleva, para así poder inculcar un uso adecuado de la misma. Servirse de la tecnología para acelerar los procesos de conocimiento es algo muy positivo, ahora bien, hay que adecuar este uso a la edad de cada grupo de alumnos y sus capacidades.
Dar clases, siendo profesor particular o en cualquier otro formato, siempre es todo un reto, pues cada alumno o grupo de alumnos es diferente, y hay que saber adaptarse a cada uno de ellos para poder transmitir de forma efectiva el conocimiento. En este aspecto, ser profesor implica ser una persona flexible, de lo contrario el índice de éxito de las clases se vería bastante limitado.
Quizá por este motivo cada vez más estudiantes necesitan clases particulares o de apoyo escolar para poder comprender y aprobar determinadas asignaturas. No es lo mismo que alguien te explique las cosas a nivel individual y dedicándote todo el tiempo y atención, que recibir una explicación estándar en medio de un grupo numeroso de personas, donde no hay tiempo para resolver todas las posibles dudas.