La inteligencia emocional se refiere a la capacidad de reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones, así como las emociones de los demás. Incluye habilidades como la autoconciencia, la autorregulación, la empatía y las habilidades sociales.

Fomentar la inteligencia emocional en el aula ayuda a los niños a desarrollar habilidades sociales y de comunicación efectivas. Aprenden a comprender las emociones de los demás, a expresar las suyas de manera adecuada y a resolver conflictos de manera constructiva, lo que mejora significativamente sus relaciones con compañeros y adultos.

Estudios han demostrado que los niños con un alto nivel de inteligencia emocional tienden a tener un mejor rendimiento académico. Esto se debe a que son capaces de manejar el estrés y la presión de manera más efectiva, tienen una mayor motivación intrínseca y son más resistentes a la frustración y la adversidad.

La inteligencia emocional proporciona a los niños las herramientas necesarias para comprender y gestionar sus propias emociones. Esto les permite desarrollar una mayor autoestima, autoconfianza y resiliencia emocional, lo que contribuye a su bienestar emocional general.

El siguiente recurso es ideal para trabajar este aspecto en el aula; además, os compartimos la plantilla en blanco del ejercicio por si queréis ampliar la actividad.