Durante el curso escolar, los niños siguen una rutina estructurada y a menudo rígida. Los deberes de verano diferentes y divertidos permiten un cambio de ritmo, fomentando la creatividad con actividades variadas. Proyectos artísticos, manualidades, lectura de libros no obligatorios y escritura creativa son ejemplos de tareas que pueden despertar la imaginación y desarrollar habilidades creativas. Estas tareas divertidas integran el aprendizaje con el juego, haciendo que los niños y sus familias asocien el aprendizaje con el disfrute. Actividades como la observación de la naturaleza, visitas a museos o la exploración de nuevas ciudades pueden mejorar la capacidad de observación, enriquecer la percepción del mundo y fomentar una mayor curiosidad e interés por el entorno. Participar en actividades que despiertan las emociones puede ayudarles a desarrollar inteligencia emocional. Leer novelas, ver películas con un mensaje potente o participar en actividades grupales pueden enseñarles empatía y habilidades sociales.

Los deberes de verano son una excelente oportunidad para que aprendan a gestionar su tiempo y sus tareas de manera más independiente. Las tareas deben ser lo suficientemente atractivas para motivar a los estudiantes a completarlas sin sentir que están sacrificando su tiempo de ocio.

Por último, deben tener la oportunidad de explorar nuevas áreas de interés, desarrollar habilidades de manera divertida y mantener su mente activa y curiosa. Una frase que resume el espíritu de estos «deberes» de verano sería: «Sed curiosos/as, amables y creed en vosotros/as mismos/as».