Para muchos niños, la escritura puede parecer una tarea difícil o poco atractiva. Sin embargo, al introducir el elemento visual a través de las tarjetas, se les presenta un desafío lúdico que transforma la actividad en algo entretenido, haciendo que se involucren más activamente en el proceso de escritura. A medida que los alumnos completan sus relatos, experimentan una sensación de logro y satisfacción. Esto refuerza su confianza en sus capacidades para escribir y compartir sus ideas, lo cual es esencial para su desarrollo académico y personal.
La escritura, junto a la lectura, son las dos armas más poderosas que podemos dar a los niños para cimentar las bases de su desarrollo cognitivo. A diferencia del aprendizaje de la comunicación verbal (lenguaje hablado), la lectoescritura es mucho más compleja, por la necesidad de adquirir y aprender a utilizar ciertos códigos del lenguaje escrito que requieren de un desarrollo intelectual. Por ello, la iniciación no suele darse hasta los cinco o seis años.
En este primer acercamiento, los niños y niñas aprenderán a distinguir su nombre y comenzarán a escribirlo, junto a las diferentes letras, que se asocian a una forma y un sonido concreto. Poco a poco, se suceden las fases de copiado, dictado y, por último, de escritura espontánea. Antes de abordar la escritura creativa en los niños, padres y madres debemos conocer las fases del aprendizaje con el fin de reconocer problemas en el desarrollo y la práctica de este. A partir de los ocho o nueve años las capacidades en la infancia son ya suficientes para empezar a impulsar el aprendizaje y la práctica de la escritura creativa.
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