Material manipulativo para trabajar la función pragmática del lenguaje mediante la afirmación de la propia presencia, eligiendo la respuesta correcta ante situaciones de la vida cotidiana.
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AUTORA
Ana Isabel Montes Castillo
Siempre que hablamos del término pragmática (a menudo difícil de entender) nos referimos al uso social de la lengua. En otras palabras; el desarrollo pragmático es la forma en que nos comunicamos a través de las palabras y nuestros cuerpos en un contexto social. Por ejemplo, estableciendo un contacto visual con otra persona, saludando, mostrando y respondiendo a las emociones de los demás, etc.
El Dr. Marc Monfort, logopeda por el Instituto Superior de Logopedia de Ghlin (Bélgica) define esta habilidad como “la capacidad de entender las intenciones de los demás cuando hablan y de expresar las propias, de una forma eficaz y con un manejo del código apropiado al contexto”.
Adquirir habilidades en el desarrollo pragmático es esencial para que los niños desarrollen habilidades funcionales de comunicación y así poder establecer relaciones con sus compañeros y mejorar su autoestima.
Las dificultades en este nivel lingüístico cuando nos encontramos con niños con daño o disfunción cerebral, son elevadas. Pero, ¿que pasa cuando esta habilidad está afectada? Por ejemplo, un niño que tiene problemas en la adquisición de la pragmática su habla durante una conversación puede llegar a ser excesiva. Sin embargo, cuando realizan tareas como contar una historia o dar instrucciones sobre algo esa producción oral suele disminuir. También suele resultar difícil para ellos empezar una conversación, mantener el tema de la misma, cambiarlo y/o respetar los turnos de habla. E incluso, en ocasiones, entender las oraciones de doble sentido.
Por lo tanto, existen numerosas y diversas clases de habilidades pragmáticas, las cuales pueden o no estar desarrolladas en los niños:
• Cinética: el uso de los gestos;
• Proxémica: el uso de la distancia y del espacio cuando interactuamos con los demás;
• Intención: el propósito de la comunicación;
• Contacto visual: mirando directamente al interlocutor (mirada recíproca);
• Expresión facial: el significado emocional de los movimientos de la cara, como la sonrisa o el fruncimiento del ceño;
• Peticiones: pedir algo por medio de la comunicación;
• Facultades conversacionales: la interacción social entre los interlocutores, incluyendo el intercambio de turnos;
• Variación estilística: la habilidad para adaptar nuestra habla y nuestro lenguaje a diferentes interlocutores y público;
• Presuposiciones: lo que ya sabemos o presuponemos que puede intuir en la conversación;
• Topicalización: incluye introducir temas, mantenerse en un tema, cambiarlo y analizarlo;
• Aclaración y reparaciones: pedir a tu interlocutor que te aclare la información que no entiendes, o proporcionarle la información que precisa cuando es él quien no te entiende a ti.
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